domingo, 19 de abril de 2020

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  Apologética y filosofía cristiana

 Fundamentos filosóficos para una cosmovisión cristiana                   

                           
  
                    

                   

                    
      
            
  
                   

                     
  
  



Teología e historia cristiana

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jueves, 2 de abril de 2020

¿Qué significa ser Primero y Último?


¿Qué significa ser Primero y Último?
Por Samuel Jaque Barrios




Por lo general, al significado del título "Primero y Último" y "Principio y Fin", se les asigna un significado de eternidad o relacionado a ella. Sin embargo, ese significado carece absolutamente de sustento bíblico, pues en la biblia no se enseña tal cosa ni se da a entender, pero aun así la mayoría de cristianos lo cree, dada su popular divulgación. En esta ocasión, veremos qué sentido le dan los escritores bíblicos a estos títulos. El análisis es muy breve, y lo primero que debemos entender antes de entrar al tema es que, lógicamente, el hecho de que dos sujetos, seres o personas compartan un título,  es claro que no necesariamente significa que sean el mismo sujeto, ser o persona. Por eso, no caigamos en ese error tan común y absurdo. 

Para entender el significado de estos títulos, debemos analizar el contexto. Lo primero que podemos apreciar al estudiar las Escrituras, es que estos títulos son usados tanto por el Dios como también por el Hijo del Dios. Es decir, no es exclusivo del Dios, a diferencia de otros títulos que en la biblia sólo son usados por el Dios Padre, como por ejemplo, "todopoderoso" y "que es y que era y que ha de venir" y que se analiza en otro artículo que hemos publicado (ver artículo "¿Quién es el todopoderoso de Apocalipsis?"). Los textos donde están presentes los títulos "primero y último", "principio y fin", y "alfa y omega", son en Isaías 44: 6 y 48: 12, y en Apocalipsis 1: 8, 17; 2: 8. En Apocalipsis 1: 8; 21:6; 22:13 es usado el título "Alfa y Omega" que puede ser otro equivalente del título. Comencemos por el texto de Isaías 44: 6, éste dice así:
"Así dice Yahweh, Rey de Israel, y su Redentor, Yahweh de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo el postrero, y fuera de mí no hay Dios"
Aquí el Dios se atribuye ser el primero y el postrero, que es equivalente a decir "primero y último". Lo primero que debemos analizar en el pasaje es fijarnos en las oraciones que rodean ese título, y si notamos, el capítulo completo trata sobre los falsos dioses o los ídolos haciendo un contraste entre ellos y el Dios de Israel, afirmando ser él el único Dios. Es decir, el contexto nos habla la exclusividad de ser Dios, en el verso 8 se nos dice "no hay Dios sino yo", en el texto del verso 6, al final del pasaje se nos dice "y fuera de mí no hay Dios". Todo esto nos apunta a considerar que el sentido en que el Dios está usando ese título es para referirse a que es único. De modo de que al ser el primero y el último, está expresando una unicidad (no de unicitarismo, sino bajo el significado de "Cualidad de único") respecto a ser Dios frente a otros. Es decir, frente a todos los así llamados dioses a quienes los hombres adoran y hacen con sus manos, él es el único Dios, y fuera de él no hay otro. De la misma forma, a modo de ejemplo, que yo puedo decir a mi padre biológico, "yo soy tu hijo, yo soy el primero y soy el último". En este sentido, se hace más evidente que me estoy refiriendo a que soy el único hijo. Del mismo modo como sucede en la siguiente mención de estos título en Isaías 48: 12, éste dice:
"Óyeme, Jacob, y tú, Israel, llamado de mí: Yo mismo, yo soy el primero, yo también el postrero"
El capítulo completo el Dios se expresa nuevamente un contraste entre el Dios y los ídolos, por ejemplo, en el verso 5 se nos muestra cómo el Dios hace resaltar su autoría respecto al conocimiento de ciertos acontecimientos que sucederían, de modo que ellos no le atribuyeran tales cosas a los ídolos de fundición y las esculturas, posteriormente en el verso 11, antes de afirmar ser primero y el último, se nos dice "Por mí, por amor de mí mismo lo haré, para que no sea amancillado mi nombre, y mi honra no la daré a otro." Aquí se presenta cómo el Dios afirma no compartir con otros la honra de aquello que él hizo, sus obras, no compartir la honra con los ídolos o falsos dioses creados por manos de hombres, y en el verso siguiente usa el título "primero y último", haciendo alusión a la característica de su ser, nótese que el verso, similar a Deuteronomio 6: 4, hace un llamado de atención al pueblo para reafirmar enfáticamente una verdad incuestionable, en este caso, que él es primero y el último, y dicho en este contexto, se refiere a ser el "único" con respecto a otros dioses, de hacer esas obras que describe, es decir, que es el único que hace las obras que estaba narrando y en los versos siguientes se sigue expresando. Este pasaje de Isaías 48:12, a diferencia de Isaías 44:6 es que aunque ambos se refiere a ser único al usar el título, el primero se refiere a ser el único Dios, y en el segundo, a ser el único que hace esas obras.

Ahora dado estos antecedentes del antiguo testamento, podemos comprender mejor el uso que le da a estos títulos usados en Apocalipsis 1: 8; 17; 2: 8. En la primera mención del nuevo testamento, Apocalipsis 1:8, el Padre hace uso de ese título "Alfa y Omega", sin dar mayores detalles, refiriéndose a él mismo junto a ser Todopoderoso y quien es, que era y que ha de venir, también hace uso de Alfa y Omega y Primero y Último, Principio y Final en Apocalipsis 21: 6 y 22: 13. En los siguientes pasajes que citaré es usado por Jesús el título "Primero y Último":
"Al verlo, caí a sus pies como muerto; pero él, poniendo su mano derecha sobre mí, me dijo: «No tengas miedo. Yo soy el Primero y el Último, y el que vive. Estuve muerto, pero ahora vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y de la sepultura" (Apocalipsis 1: 17-18)
"Escribe al ángel de la iglesia de Esmirna: Esto dice el Primero y el Último, el que murió y volvió a vivir" (Apocalipsis 2: 8)
Es interesante que en ambas menciones, los títulos sean usados junto al hecho de que fue resucitado, de que estuvo muerto y ahora vive, esto nos permite asociar el uso a ese hecho, y comprender porqué lo usó y en qué sentido. Si vemos lo especial de la resurrección de Jesús, notamos algo excepcional, y es el hecho de que Jesús es el único ser que ha sido resucitado directamente por el Padre, y el único que será resucitado por él, ya que las demás resurrecciones será ejecutadas por el Hijo (Juan 6:40). En otras palabras, Jesús hace uso del título en el mismo significado que lo usó el Dios en el antiguo testamente, dándole una significancia de exclusividad o unicidad en determinado contexto, en este caso, único como resucitado, el único que estuvo muerto y hoy vive por los siglos de los siglos. Así, para ir concluyendo, podemos ver que la idea de que el título se refiere a "eternidad" no tiene un sustento bíblico (ni explícito ni implícito), la biblia no lo enseña ni lo da a entender, es más, un ser eterno no tiene principio ni fin, lo que se torna incoherente semánticamente si lo asociamos con un título que enuncia literalmente principio y final. Claramente este título, bajo el breve análisis previo que hemos presentado, nos apunta razonablemente que hace alusión a "exclusividad", a "único". Así como el Dios es único en determinados aspectos, Jesús es único en otros determinados aspectos.







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miércoles, 26 de febrero de 2020

¿Por qué Jesús es divino pero no es Dios?


¿Por qué Jesús es divino pero no es Dios?
Por Samuel Jaque Barrios



Una confusa cuestión ronda al título "Dios" respecto a su aplicación y a quién lo ostenta, principalmente, concerniente a la deidad de Jesús, es decir, si Jesús es o no el Dios, o si es divino o no, qué significa ser theos o elohim. En esta ocasión pretendo esclarecer de la manera más precisa posible este complejo tema que tanto da para debatir, ya se han tratados otros temas relacionados en esta misma página, que en su conjunto, ayudan a complementar este presente estudio. Primeramente comenzaré haciendo un sumario de etimologías y las respectivas definiciones de las mismas, de modo que al recopilar todos los datos necesarios para armarnos de los recursos esenciales, podamos extraer progresivamente la conclusión más correcta, exacta y objetiva posible. Es importante mencionar que, traducir como "Dios" los términos utilizados en los idiomas originales para referirse al Creador y otros seres espirituales no siempre es adecuado, y demostrar esto es el propósito de este estudio. Por lo tanto, inicialmente evitaré usar el título "Dios" para referirme al Creador hasta el momento en que éste mismo sea definido. Una buena comprensión de los términos que son usados en los idiomas originales para referirnos a las divinidades (seres sobrenaturales), nos permitirá conectar esos pequeños pero importantísimos detalles para determinar con exactitud la aplicabilidad lingüística del título "Dios" y su relación pragmática.

El Antiguo Testamento, también conocido como Tanaj hebreo o judío, estaba presente en el tiempo en que Jesús visitó la Tierra, fue escrito en hebreo y los términos para identificar al Creador fueron "Elohiym", "Eloha" y El", y su nombre personal es presentado con el tetragrámaton "YHVVH", en esta ocasión no trataremos los términos "adonay (der. adón)", "adonim", "shaday", y sustantivos similares derivados. El término hebreo "Elohim/Elohiym" (אֱלֹהִים) significa literalmente "poderosos", y no es exclusivo del Ser Supremo. Este plural se deriva de la raíz de la forma singular hebrea "El" (אֵל) y su significa original sería "el fuerte", "el poderoso", "el más importante" [1][2], por lo menos la gran mayoría de eruditos coinciden en esto, algunos eruditos, minoritariamente, sostienen que deriva de "Eloha" (Poderoso), sin embargo, se desacredita por el hecho de que la evidencia apunta a una aparición más tardía de este término, otros sostienen que ambos términos se derivan de "El", en definitiva, no hay dudas significativas de que la forma más primitiva es la palabra "El" que es la única palabra común entre todas las razas semitas y es referida exclusivamente al Ser Supremo. "Elohim" es usado en la biblia para referirse al Creador como también para otros seres; ángeles (Salmos 8:5), jueces (Salmos 82:1; Éxodo 21:6), hombres (Éxodo 7:1; Salmos 85), dioses ajenos (Éxodo 12:12) y como adjetivo, este punto lo trataremos más adelante. Puede ser usado en su plural numérico, haciendo relación a varios seres. Pero cuando este término plural se usa en un ser en particular con verbo en singular debe considerarse en sentido singular, el cual el contexto es quien lo determina, y se debe a un modismo hebreo que los lingüistas del idioma llaman "plural de abstracción", de majestad, rango o magnitud e intensidad, y debe entenderse como una palabra de excelencia o majestad, y no como un plural numérico[3]. Este término en todos sus usos o aplicaciones, nunca hace relación a una unidad compuesto de seres [4]. De este modo, se infiere que, el uso del término según en quién se aplique, debe determinarse bajo la consideración de los contextos involucrados. Por tanto, bajo estas premisas básicas, podemos señalar que además del Creador, hay muchos otros seres que son llamados elohim (poderoso/s), sin embargo, solo al Ser Supremo, le es exclusivo el término "El" según la evidencia bíblica e histórica. En otras palabras, el término "elohim" en el hebreo no se limita al ser supremo, sino también a todo tipo de ser sobrenatural en el que se creía existente, y además a hombres que poseían autoridad o poder.

Teniendo ya un antecedente claro del Antiguo Testamento para ulteriormente retomarlo, continuemos ahora con el griego del Nuevo Testamento. En este caso, el término usado para referirnos al Ser supremo, y el equivalente a "Elohim" es la palabra griega "Theos/Theon" (Θεὸς/Θεόν), está vinculada con la raíz indoeuropea "dhes/fes/fas" que tiene por significado "sagrado", era entendido como "el sagrado", aunque otras fuentes presentan "el invocado" [5][6]. Este título es usado en el griego como sustantivo común o genérico para todo ser sobrenatural sin discriminar, recordemos que la cultura griega es politeísta, de ahí que todos los seres sagrados eran llamados theos indistintamente, entre ellos también eran personificaciones de fenómenos naturales (como la lluvia, los rayos, etc) y de astros (sol, luna, etc), o como quienes causaban tales fenómenos, por ejemplo, Zeus, nombre del dios del trueno o rayo, o Poseidón el dios del mar, en este caso, las religiones politeísmo causaba que existiesen muchos theos o seres sobrenaturales considerados sagrados. Algo importante que debemos señalar, es que en el griego cuando se quiere usar el término para un ente o entes determinados, se antepone el artículo definido "Ho, hé, to" (ὁ) que significa el/la/ellos (ej. "Juan es 'el' humano"), ya que va en función de un sustantivo, de lo contrario, no se antepone artículo definido ya que no se trataría de un sustantivo sino de un adjetivo, el cual viene a referirse a una cualidad (característica o propiedades) del sujeto de una proposición, por ejemplo, "Juan es humano" (ausencia de artículo), en este caso, Juan se vincula a la naturaleza humana. Y equivalentemente a esto, con un mismo sentido del mensaje, se antepone el artículo indefinido "tis" (τις) que es "un, una", entre otros (que también es pronombre indefinido), para referirse a un ente o entes indeterminadamente, el cual indica clase, especie o género sin particularizarlo, por ejemplo: "Juan es un humano", en este ejemplo no se específica qué humano, sino que solo se le vincula con la naturaleza humana. Un ejemplo bíblico en que se presentan estos casos simultáneamente es Juan 1:1, donde en el texto griego se nos identifica a un theos en particular al anteponerle el artículo definido "el" ("ho" - "ho theos" - "el theos") con quien estaba el Logos ("el Logos estaba con el Theos"), el cual este theos en particular se refiere al Ser divino Supremo, y posteriormente se nos cualifica al Logos con características de theos ("theos era el Logos") al clasificarlo como theos, sin artículo definido, y esto significa que, aunque no se le identifica con el primer theos (es decir, no son el mismo), sí se le atribuye ser de las mismas características, naturaleza o especie, es decir, de la misma naturaleza que el primer theos. Nótese que aquí en este versículo de Juan se nos reconoce dos términos "theos", dos seres de la misma naturaleza, es decir, dos seres divinos. El propósito de Juan al hacer esta afirmación, según el contexto lingüístico, es referirse a la naturaleza del Logos antes de encarnarse, darnos un precedente de su naturaleza preexistente, o sea, presentarnos a Jesús, quien se encarnó, como un ser que existía preexistentemente en naturaleza divina o espiritual al igual que el Ser Supremo. Pero como mencioné al principio de este párrafo, este es un término genérico, y en la biblia no es usado exclusivo para estos dos seres antes aludidos, sino para otros, como por ejemplo, Satanás (2 corintios 4:4), ídolos (1 Corintios 8:5), y hombres con autoridad (Juan 10:35), de la misma manera como sucedía con "elohim". Por lo tanto, aquí también, la traducción y sentido que se le pueda dar al término, debe determinarse según los contextos involucrados.

Es momento de tratar el principal término que nos invoca a este estudio. El término castellano o español "Dios" (dios), tiene por significado "Ser Supremo", el responsable de la creación del universo, y también para referirse a "seres divinos sagrados de las religiones politeístas" [7][8], éste no procede del griego "Theos" y de "Zeus", como equivocadamente señalan ciertas fuentes, sino más bien del latín "deus/divus" que significa "ser de luz", "ser brillante", que era el título para llamar a todos los seres divinos, sobrenaturales o espirituales sin discriminar (similar a Elohim), como seres de luz, o así eran entendidos primigeniamente, lo cual nos quiere decir que debe referirse a su aspecto visible. Y este término del latín a su vez proviene de la raíz indoeuropea "dyeu/dyu" que significa "brillo, brillante, día" (luz diurna). De esta raíz también se derivan las palabras griegas "zeus" y "júpiter"[5]. Es importante notar que, aunque el término "dios" tiene una raíz con un significado determinado y traducible al español (ser de luz), éste se separa e independiza de ese significado y toma las dos acepciones antes mencionadas haciendo alusión a seres de luz o sobrenaturales, resignificándola para el español, es decir, con significado conceptual distinto. La primera acepción hace alusión al ser supremo del monoteísmo, en este caso, cuando entramos al cristianismo, vemos que tanto Jesús como los apóstoles, solo consideraban a un ser divino como el supremo, que debían obedecer y que estaba sobre ellos y sobre todos (Lc 11:2; Jn 6:38; 20:19; Ef 4:6), este es YHWH presentado en el antiguo testamento y en el nuevo, el padre de Jesús (Jn 8:19), eso también demuestra que en el español, este título está relacionado con la jerarquía y autoridad, ya que el término "supremo" hace alusión a la superioridad en su clase, es un título que hace relación a la supremacía jerárquica. Por ende, aunque hayan muchos seres sobrenaturales (o seres divinos), en el cristianismo no todos los seres sobrenaturales son dios, sino solo aquel que es supremo. Es aquí donde los términos "deidad", "divino" y "divinidad" se hacen útiles de usar. Entenderemos como "deidad" a todo ser divino al que se le rinde culto[9], es equivalente a "dios", en cuanto a su significado etimológico (ser de luz) y tienen la misma raíz indoeuropea. Por otro lado, entendemos por ser "divino" al ser que posee divinidad o naturaleza sobrenatural, y "divinidad" a la naturaleza o esencia sobrenatural[10]. Entonces, podemos decir que; "divinidad" es la naturaleza sobrenatural; un ser "divino" es un ser que posee naturaleza sobrenatural; y "deidad" es un ser que posee naturaleza sobrenatural al que se le rinde culto. Un ejemplo de estos tres términos puede ser la comparación "rey", "humano" y "humanidad", mientras que "humanidad" se refiere a la naturaleza del ser, "ser humano" es el sujeto con esa naturaleza, y "rey" es el ser humano al que se le rinde honor. Por consiguiente, bajo este análisis, entenderemos que en el razonamiento cristiano no toda ser divino es dios porque no todo ser divino es supremo, pero sí todo dios es un ser divino, de la misma forma que, en el mundo no todo hombre o ser humano es rey, pero si todo rey es ser humano, comparando el título "rey" con el título "dios" o "deidad" al ser ambos títulos de jerarquía del sujeto, mientras que "humano" y "divino" son comparables en cuanto se refieren al sujeto con determinada naturaleza.
Recapitulando, tanto el término h. "elohim" y g. "theos", que son los términos que aparecen en la biblia, no son usados exclusivamente para referirse al ser supremo. Por lo tanto, traducir todos estos términos (Elohim/Eloha, Theos/Theos) al español como "dios" es incorrecto, e inevitablemente nos conduciría a un politeísmo si asumimos que estos términos solo pueden ser aplicados a seres supremos y eternos, multiplicando la cantidad de deidades, incongruentemente con el mensaje monoteísta general de la biblia. El cristianismo es monoteísta en cuanto afirma la existencia de solo un ser divino supremo, es decir, un solo dios, pero reconoce la existencia de más seres divinos no supremos, por ejemplo, arcángeles, ángeles, demonios, etc. Que al no ser supremo, no adoptan el título "dios" en el español. Por esto, el título "dios" del español en el cristianismo es equivalente al término "EL" (אֵל) del hebreo.

Por lo tanto, tenemos dos opciones en la aplicación del término "dios", una para referirse al ser divino supremo del monoteísmo, y otra para referirse a los seres divinos de las religiones politeístas. Llegados a este punto, es imprescindible asumir que la segunda acepción del término español "dios" referida a los dioses de otras religiones queda descartado en el cristianismo, ya que tales dioses de otras religiones se presuponen inexistentes. En otras palabras, en el cristianismo, el término "dios" definitoriamente solo asume la primera acepción, referida al ser divino supremo. Sin perjuicio del uso figurado o connotativo que se pueda sufrir del término. Cuando los términos se usan figurada o connotativamente, se aplica haciendo una asociación del sujeto con una característica del significado estricto del término. Por ejemplo, el término "rey" ("monarca o soberano de un reino") puede ser usado figuradamente para referirnos a quien supera a todos en una determinada disciplina o actividad, así, podemos llamar "rey del ajedrez" a quien ostenta el primer lugar del mundo en este juego. Ciertamente este jugador de ajedrez no es el monarca de un reino, como el significado estricto se refiere, sino más bien el título añadido al jugador hace una asociación o relación en que, así como el monarca o rey está por sobre todos en su reino, así el jugador de ajedrez está por sobre todos pero en el contexto del juego de ajedrez. De modo que, no es un rey literal, sino figurado. Este mismo fenómeno del lenguaje puede ser aplicado al término "dios" de manera figurada a distintos sujetos que puedan tener una superioridad de alguna clase.

El traductor bíblico, juntamente con traducir las escrituras, tiene un gran trabajo en interpretarlas, y estas, según los términos del nuevo idioma al que los trasladará, los que deben ser traducidos equivalente a la extensión o aplicabilidad de las palabras del nuevo idioma, y esta es la razón de que una palabra puede ser traducida de dos o más maneras distintas, por el hecho de que los entes representados en ese mismo término, en el nuevo idioma pueden tener distintas palabras que los identifiquen, y en esto influye principalmente el contexto. Un ejemplo de ello es el término hebreo "Ruaj" que en ocasiones puede traducirse al español como "aliento" o "viento" (Génesis 8:1), y como "espíritu" (Génesis 41:38), según el ente a quien se refiera y su contexto, pero en el idioma de origen solo se usa esa palabra para ambos, y en el nuestro son distintas palabras. Aplicar ese fenómeno del lenguaje es esencial para que el lector pueda comprender, en lo posible, la verdadera intención del autor. Un gran problema surge cuando el traductor no siempre aplica esta regla, considerando así que las nuevas traducciones de la biblia, pretenden en su visión, perfeccionar estos detalles de la manera más precisa posible, aunque no podemos afirman, por las evidencias, que todos son jueces que trabajan directamente de la neutralidad, tal hecho es imposible y sobrevalorado, sabiendo que la información siempre es parcial entre lo verdadero y lo falso, y determinar esto en la práctica, sí es un gran desafío para la investigación objetiva. 

Ahora bien, debemos ir a la cuestión central de esta material, el cómo aplicamos el término "dios" y a quién o quiénes. Porque seguramente hay una gran confusión que surge llegados a este punto, por un lado la biblia nos dice que solo hay un Dios, y que no hay nadie fuera de él, pero en innumerables pasajes se nos muestran explícita y claramente que muchos otros seres son llamados dios o dioses, es decir, en la biblia no solo uno es dios o es llamado dios, sino muchos, sin embargo, eso es incorrecto, ya que en la biblia no aparece el término "dios", sino "elohim" y "theos", que como ya sabemos, no necesariamente debe ser traducido como "dios", ya que no todo elohim o theos es el ser supremo, pero sí todo ser supremo debe ser traducido como "dios", ya que en español y en el cristianismo ese es su significado conceptual. La clave para comprender esto es extraer la idea central del pasaje en base al contexto, específicamente por el léxico contextual o vocabulario contextual, es decir, aplicar la acepción del término más precisa según el contexto lingüístico. Para recapitular lo visto hasta aquí, diremos lo siguiente: "elohim" (término genérico) tiene por significado "poderoso" y "fuerte" (tiene relación a autoridad y a fuerza), aplica a seres naturales como sobrenaturales, "theos" (término genérico) tiene por significado "ser sagrado" (relación con el culto) y "ser de luz" (relación a la naturaleza, puede ser equivalente a "divino"), aplica solo a seres sobrenaturales. El término "dios" tiene por significado "ser supremo", aplica exclusivamente al que posee la superioridad en su clase, al ser divino supremo. Por ende, "dios" solo puede ser traducido al elohim o theos que tenga la jerarquía suprema, los demás deben ser traducidos como "poderosos, fuertes, sagrados, o seres de luz (divinos o espirituales)". Comencemos con la aplicación de esto.

El primer texto que vamos a analizar para aplicar y esclarecer, y a la misma vez ilustrar esto, es el texto de Isaías 45:5, aquí se nos dice: 
"Yo soy Yhwh, y ninguno más hay. No hay elohim fuera de mí..." 
Lo primero que hay que captar es que él se identifica como un ser único, para determinar el significado de "elohim" aquí, remitiremos a las acepciones del término, como hemos visto antes, estos pueden significar "poderoso" o "fuerte", en este caso, la acepción más precisa y adecuada para el texto de Isaías citado, es "poderoso" pero no solo eso, se está haciendo alusión a la exclusividad en su clase de este "elohim", dado que ciertamente en la biblia hay muchos poderosos, fuertes o seres divinos, claramente solo hay un supremo, por ende, se está atribuyendo la identidad del ser supremo, por lo que la traducción al español debe ser "dios". Por lo tanto, el texto debe entenderse con la intención de que el autor se estaba refiriendo a que solo Yhwh es el supremo, y no hay otro (supremo) fuera de él, esta es la interpretación más cercana de este pasaje, lo mismo sucede en los textos Isaías 46:9, Deuteronomio 32:39, entre otros. En esta misma línea de discusión, es propicio traer a reunión el pasaje de 1 Corintios 8: 5-6 que también es bastante claro en esto, donde se nos dice: 
"Porque aunque haya algunos llamados theos, ya sea en el cielo o en la tierra, como por cierto hay muchos theos y muchos señores. Sin embargo, para nosotros hay un solo theos, el Padre..."
Como vemos, se nos dice expresamente la existencia de muchos theos y luego se nos dice lo contrario, pero es aquí donde debemos aplicar el léxico contextual e interpretar adecuadamente para no causar una contradicción. Recordemos que el término "theos" tiene como acepciones "ser sagrado" y "ser de luz", en este caso, el primer término "theos" se refiere a seres que los hombres consideran sus dioses, por lo que la acepción más adecuada es "seres sagrados", a quienes los hombres le rinden culto, mientras que el segundo término "theos" en el pasaje, el autor antepone su existencia contra los demás, alejando su exclusividad como ser sagrado, quien Pablo considera ser el que está sobre todos (verso 4), por ende, Pablo se refiere al ser sagrado supremo, pues el único que existe para nosotros, ya que en las cartas de Pablo, él reconoce en ese y en varios pasajes más a un ser que no tiene superiores, quien lo identifica como el padre de Jesús. Por ende, al lenguaje español puede ser traducido como "dios" como la interpretación más correcta según el contexto comunicativo, aunque la traducción literal sea "ser sagrado" etimológicamente. 

Ya comprendiendo como aplicar los términos, ahora nos corresponde responder la última cuestión y la principal, el porqué Jesús no puede ser titulado literalmente como dios, sino solo como ser divino. La razón es debido a que Jesús no es el ser supremo en la biblia, sino su padre. Independientemente de que se le titule "theos", no significa necesariamente que es el Dios o ser supremo, porque como sabemos, "theos" tiene más de una definición y es usado en más de un sujeto, por lo tanto, no es razón para titularlo Dios, de lo contrario, cometeríamos falacia de equívoco (ver artículo relacionado "El gran error del trinitarismo y el unicitarismo"). Para que Jesús sea titulado Dios, debe cumplir con los requisitos definitorios, esto es, que tenga supremacía jerárquica, o sea, que no posea un ser superior sobre él. Y ciertamente, no existe texto bíblico alguno que demuestra que él es el supremo ser divino. Pero sí hay numerosa evidencia de que Jesús se somete a su Padre tanto en la tierra como en el cielo, mientras que el Padre no se sujeta a nadie. Algunos textos que demuestran esto son los siguientes. 

- Jesús recibe nombre y autoridad del Dios. divino. Mateo 28:18; Filipenses 2:9-11:
"Y acercándose Jesús, les habló, diciendo: Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra."
"Por lo cual el Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le confirió el nombre que es sobre todo nombre..."
Jesús aun después de resucitar, recibe autoridad sobre el cielo y la tierra, y aquel nombre que ostenta todo el poder, esto es para que ponga a sus enemigos bajo sus pies, Jesús recibe la completa autoridad sobre todos y todo, es delegado como un soberano rey sobre todos los reyes y señores, sin embargo, obviamente quien le dio la autoridad debe necesariamente ser superior a él o exceptuarse de estar sujeto a esta autoridad que le concedió. Jesús al no poseer autoridad propia, requiere necesariamente que la reciba de otro, la fuente válida de la potestad. Si Jesús fuese por sí mismo poderoso, no requeriría que se la deleguen. Jesús lógicamente al recibir potestad sigue siendo inferior jerárquicamente a aquel que le delegó autoridad, como se demuestra en el siguiente pasaje.

- Jesús se somete a aquel que le delegó autoridad. 1 Corintios 15:27-28:
"Porque ha sujetado todas las cosas debajo de sus pies. Pero cuando dice: “Todas las cosas están sujetas a él”, claramente está exceptuando a aquel que le sujetó todas las cosas. Pero cuando aquel le ponga en sujeción todas las cosas, entonces el Hijo mismo también será sujeto al que le sujetó todas las cosas, para que Dios sea el todo en todos."
A pesar de que Jesús ahora tiene potestad sobre el cielo y la tierra, sigue sujeto a aquel le delegó todas las cosas, quien sigue siendo el todo sobre todos, es decir, el ser supremo. En verso 24 identifica a este ser como el Dios y Padre. Es decir, que quien delega el poder es el ser divino que es el Dios y Padre. Para que el Dios (y Padre) pueda delegar, requiere necesariamente que sea un sujeto distinto a quien le delegó.

- El Dios es la autoridad de Jesús. 1 Corintios 11:3:
"Pero quiero que sepáis que la cabeza de todo hombre es Cristo, y la cabeza de la mujer es el hombre, y la cabeza de Cristo es Dios"
Algunos no solo intentan ignorar estos pasajes, sino también asumir a priori que Jesús es el Dios o ser supremo, sin embargo, este pasaje también refuta eso, bajo un lenguaje claro y sencillo. Aquí es evidente que el Dios es una persona distinta de Cristo, como también lo es Cristo del hombre, y el hombre de la mujer, dándose una relación jerárquica distinta entre ellos. En este caso, el Dios como autoridad jerárquica de Jesús. De este modo, y ya concluyente este análisis, podemos conocer que en las escrituras bíblicas, independientemente del empleo de los términos que se presentan, Jesús no posee una autoridad jerárquica suprema absoluta, sino que se sujeta a quien es todo sobre todos, el Padre. Por ende, a pesar de que Jesús es un ser divino o ser de luz (theos) y un ser poderoso (elohim), es decir, de la misma naturaleza que su Padre, definitivamente, no es el Dios del monoteísmo cristiano.








Referencias
[1]. TONER, P. (1909). Etimología de la palabra "Dios". En La Enciclopedia Católica. Nueva York: Robert Appleton Company. Consultado el 3 de abril de 2019 de New Advent: 
http://www.newadvent.org/cathen/06608x.htm

[2] Elohim, Diccionario enciclopédico de Biblia y Teología. Disponible en línea:

[3] NICOLAY, Fernando. "Historia de las creencias; supersticiones, usos y costumbres", libro primero, vertida al castellano por Juan Bautista Enseñat, p. 75.
Disponible en línea en:

[4]. GESENIUS, Friedrich Wilhelm. "Léxico Hebreo y Caldeo". Revisión Rödiger. 1858. Pag. 49. 

[5]. Etimología de Dios. Etimología Chile. Disponible en línea en:

[6]. Raíces proto-indoeuropeas (PIE) - dhes. Etimología Chile. Disponible en línea en:

[7]. Definición de Dios. Diccionario Definición.de. Disponible en línea en:

[8]. Definición de Dios. Diccionario de la Real Academia Española. Disponible en línea:

[9]. Definición de Deidad. Real Academia Española (Rae). Disponible en línea en:

[10]. Definición de Divinidad. Real Academia Española. Disponible en línea en:





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La errónea idea del pecado original. No eres pecador por naturaleza y el alma no es inmortal


Por Samuel Jaque Barrios

La idea predominante dentro de la popular doctrina del pecado original, consiste en la adquisición del pecado cometido por Adán y Eva, el cual es trasmitido o heredado por cada ser humano de generación en generación, convirtiendo al individuo un ser intrínsecamente pecador por naturaleza[1], de manera que la pecaminosidad es una condición permanente e inherente al ser humano no por acción humana sino por condición humana, por lo tanto culpables por defecto. Incluso, algunas  posturas actuales consideran la posibilidad de una trasmisión genética del pecado de Adán[2]. Esa idea comenzó a ser desarrollada desde el segundo siglo en adelante por algunos primeros teólogos de la iglesia (entre ellos Ireneo, A. Hipona, entre otros) siendo mantenido a través del tiempo. La principal organización religiosa que enseña esta doctrina es la iglesia católica (motivo por el cual se bautizan a los bebés), en sus dogmas oficiales puede encontrarse esta doctrina en el Decretum super peccato originali oficializada en el concilio de Trento, (sesión v), en el año 1546, en pleno apogeo de la reforma protestante, de ella fue heredada a muchas otras denominaciones protestantes mantenidas hasta la actualidad, y es parte de sus enseñanzas principales, como por ejemplo, la doctrina calvinista[3].

Sin embargo, en contraste con esa concepción, la enseñanza bíblica nos presenta otra realidad. El pecado no es una mancha ni una condición genética inherente que se transmite a la descendencia de la especie humana desde el primer hombre. Mas bien, la biblia enseña que el pecado es una acción, literalmente, el incumplimiento de la ley del Dios. La primera epístola de Juan lo presenta así, "pues el pecado es la infracción de la ley" (1 Juan 3:4). Este concepto más allá de estar moralmente cargado, sigue la lógica jurídica de un delito, en este caso, las normas a respetar son los mandamientos y ordenanzas del Dios, y la sanción (castigo) es la muerte (Romanos 6:23). Pero, evidentemente, la muerte no es inmediata, sino más bien, una consecuencia del desgaste del cuerpo humano, que cuando llega ese momento de disfuncionalidad vital máxima, el cuerpo deja de tener vida, y que como hemos visto en otra ocasión, esta es una condición natural desde que fuimos creados (ver Artículo "¿Adán fue creado mortal?"[4]). Ahora bien, el pecado de Adán fue desobedecer la orden del Dios al comer del fruto que se le había prohibido explícitamente consumir, y la paga de esa desobediencia, le trajo por consecuencia llegar a morir, es decir, que su cuerpo llegara a su fin funcional. Cuando Adán pecó, no heredamos su pecado, sino mas bien, la consecuencia de su nueva situación; una vida fuera del paraiso, apartados del árbol de la vida, o sea, de la fuente de la perdurabilidad del cuerpo humano que le permitía vivir para siempre. Es decir, que definitivamente, el hombre heredó una vida sin la posibilidad de vivir para siempre al perder el acceso a la vida eterna que el árbol de la vida nos permitía adquirir.[4]

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El caso de la nueva situación heredada por la descendencia de Adán, ejemplos prácticos de esto pueden ser innumerables, usemos de ejemplo la hipoteca de la casa de un hombre; un hombre, quien tenía la propiedad de la casa en la que vivía, de donde se abastecía y se mantenía protegido, estaba bajo contrato de hipoteca. Un día determinado, por incumplir el pacto establecido del contrato hipotecario, luego del correspondiente juicio, le embargan la casa y la pierde, Así, despojado de su hogar, ahora debe vivir fuera de ella ya sin derecho a poseerla. Posteriormente, este hombre engendra hijos, ahora cambiada la situación inicial, estos hijos están destinados desde que nacen a no vivir en la casa ni tener relación ni parte con ella, y a sufrir la nueva situación de su padre, desalojado y sin techo. En este caso, los hijos no heredan el incumplimiento del padre, en el sentido de que ellos también incumplieron el contrato hipotecario, sino más bien, padecen de las consecuencias contraidas por su padre, una realidad ya sin aquella casa. Así, las siguientes generaciones de este hombre viven sin la propiedad ni relación con aquella casa. Dicho esto, de la misma forma sucede con los hombres después de Adán, están destinados a vivir las condiciones de mortalidad al estar alejados del paraiso, que mantenía a la especie humana en constante vitalidad sin sufrir muerte y en comunión con el Creador.

Los textos bíblicos que son usados para sostener la doctrina popular del pecado original como mancha inherente a la especie humana son Salmos 51:7; Job 14:4; y Romanos 5: 12-21. El texto de Salmos 51: 5 dice: "He aquí, en maldad he nacido, y en pecado me concibió mi madre", aquí se nos muestra que David señala que fue concebido en pecado y que en maldad ha nacido, sin embargo, este texto no hace relación a un supuesto pecado originario inherente al cuerpo humano, ni lo insinua ni da indicios de ello como para extraer esa interpretación del pecado original, este texto, realmente, tal y como dice el David, hace alusión a las características de su engendramiento, esto es debido a que su padre fue engañado por su madre de donde fue concebido él, a consecuencia de eso, David siempre fue considerado un bastardo entre sus hermanos[5]. El segundo texto de Job 14:4 dice lo siguiente: "¿Quién puede sacar lo limpio de lo impuro? ¡Nadie!", aquí el autor tampoco hace mención de un pecado original que adquirió por su naturaleza, sino más bien usa la ironía expresando que de lo impuro no se puede sacar lo limpio, exagerando su condición de pecador (leer desde capítulo 13). 

El texto de Romanos 5 es el más citado para este tema, el contexto de este pasaje es la justificación por la fe y el acceso a la gracia por medio de la muerte de Jesús, el verso 12 nos dice lo siguiente: "Por esta razón, así como el pecado entró en el mundo por medio de un solo hombre, y la muerte por medio del pecado, así también la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron" se nos señala aquí que el pecado entró en el mundo por un hombre, esto significa que la transgresión a la voluntad (ley, mandatos, órdenes, etc) del Dios comenzó o inició por Adán, y comenzó la condenación de los hombres, la muerte en este pasaje hace referencia al destino final (la condenación o muerte segunda) y no a la muerte primera. Así, al comenzar a regir la ley, comenzó el pecado y la condenación (haciendo contraste con la salvación o vida eterna), el verso 13 dice "Antes de la ley, el pecado estaba en el mundo pero, como no había ley, el pecado no era tenido en cuenta." Esto significa que desde Adán, cuando entró la ley (ya que al comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, la moralidad del hombre cambió, y por lo tanto susceptible de hacer lo malo consciente y voluntariamente), el hombre fue condenado a muerte, por cuanto todos pecaron, si el texto se refiriese a un pecado original inherente a la naturaleza humana sería inconsistente hablar de "que todos pecaron" mas bien diría, "todos adquirieron o tienen el pecado" o similar. Posteriormente se nos dice, verso 14, "No obstante, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, aun sobre los que no pecaron con una ofensa semejante a la de Adán, quien es figura del que había de venir." Este pasaje demuestra que la muerte a la que se refiere es la condenación final, y no la primera muerte, de lo contrario, no tendria límites tal reinado de la muerte, pues hasta ahora todos morimos naturalmente. Aquí se menciona a Moisés haciendo referencia a que con Moisés comenzaron los actos de expiación de los pecados, es decir, una salida expresa para el perdón de los pecados. Ciertamente los hombres mueren siendo perdonados o no de sus pecados, independiente de niños o adultos, todos morimos como condición natural, sin embargo, la condenación final a la muerte se debe al pecado cometido por cada uno, "por cuanto todos pecaron" (v. 12). Y esto lo inició Adán, debido a que con él entró la condenación, pues inició la ley y el pecado, es decir, la ley y la transgresión a ella, por ende, la condenación, pero por medio de Jesús, podemos ser justificados y perdonados de nuestros pecados. Esto significa que el texto de Romanos 5 no debe ser entenido como un pecado original que heredamos de Adán como una naturaleza, sino más bien como la maldición del inicio del pecado al introducir la ley y por ende, la condenación.  

Si el pecado fuese una mancha que se trasmite a cada ser humano, entonces no requeriríamos perdón de pecados, ya que no sería una acción nuestra ni algo voluntario, ni requeriría expiación, y claramente, no sería una "transgresión de la ley", pues el Creador no condena por pertenecer a la especie humana, sino por nuestros actos contrarios a su voluntad o ley. No obstante, por más que seamos perdonados de nuestros pecados, estaremos expuestos a la muerte primera, esto no por el pecado que cometemos, sino por la condición natural de mortalidad por las consecuencias del pecado de Adán al causar que naciesemos sin acceso al árbol de la vida, muerte de la cual todos regresarán en la segunda resurrección. Sin embargo, la muerte de la que seremos rescatados es de aquella que se sufrirá por segunda vez por aquellos a quienes se les imputará sus pecados cometidos, en el juicio final. Jesús es la prueba de esta verdad, habiendo sido humano, fue un sacrifiio limpio ante el Dios por no haber pecado, quien complió todo lo establecido por su Padre, sea tanto sus leyes como su voluntad hasta la muerte. Su santidad fue producto de su obediencia, a pesar de ser humano como todo otro hombre, de lo contrario, si el pecado original fuese una condición humana inherente, su condición biológica no le permitiría haber sido un sacrificio aceptable, porque él fue completamente humano al encarnarse (Filipenses 2: 5-8). Un pasaje de las epístolas de Pedro nos ilustra este punto, en 1 pedro 2 quien señala que Jesús fue sin pecados, ya que él no los cometió, versículo 22 "Cristo no cometió jamás pecado ni engañó jamás a nadie". Por esto, cada uno de nosotros será juzgado según por sus propias obras (Romanos 2: 6-9; Apocalipsis 2: 23) y no por su naturaleza ni por las acciones de otros (Ezequiel 18: 20).

En conclusión, el concepto del pecado original se refiere, y solo debe entenderse así, al primer pecado de Adán, el que lo privó de la fuente de la vida eterna, y en consecuencia, causó que toda su descendencia naciera sin la posibilidad de ella, además de introducir la posibilidad de condenación por pecado al introducir la ley al mundo. El pecado original no debe entenderse como una culpabilidad inherente de pecado a la raza humana ya que el pecado es la clasificación de una acción del hombre y no de una condición humana, impidiendo que pueda ser transmitido a la descendencia, sin perjuicio de la existencia de consecuencias que pueda provocar en otros tal acción.



Notas y Referencias
[1] Doctrina del pecado original. Todo sobre la creación (blog online). Consultado por última vez el 26/02/2020. Puede verse en línea en:
https://www.allaboutcreation.org/spanish/doctrina-del-pecado-original.htm
[2]. La doctrina del pecado original. La Perspectiva Mundial (blog online). Consuktado por última vez el 26/02/2020. Puede verse en línea en:
https://www.allaboutworldview.org/spanish/doctrina-del-pecado-original.htm
[3] Calvinismo. Ecured. Ver en línea en:
https://www.ecured.cu/Calvinismo#La_gracia_soberana
[4]. ¿Adán fue creado mortal?. Apologética doctrina (blog online).
[5]. Salmos 51: David y el pecado de su madre. Tiempo de Gracia (blog online). Marco Antonio Ll. 2013. 



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