domingo, 19 de mayo de 2019

Adán fue creado mortal



¿Adán fue creado mortal?
Por Samuel Jaque Barrios


Puedes ver este estudio bíblico en video y/o leerlo:


La creencia popular sostiene que Adán, el primer hombre, fue un ser humano creado  con inmortalidad corporal, y que esta característica la perdió al caer en pecado, sin embargo, esa premisa no tiene sustento bíblico, más bien surge de la doctrina de la transmisión del pecado original que consiste en considerar que todos los seres humanos tenemos la "mancha" del pecado debido a Adán y nos la presenta como una mancha inherente al cuerpo o al espiritu del hombre, no obstante, esta postura no se ajusta a la correcta percepción bíblica del pecado, en que éste es una acción desaprobada por la ley o voluntad del Dios, y no una contaminación literal del ser humano, de este modo, la biblia presenta la condenación del pecador por sus actos, y no por su naturaleza humana ni por una inherente marca o pecado transmitido genéticamente desde el primer hombre (Adán). Así como enseñó el apóstol Pablo que, donde no hay ley no hay inculpación de pecado (Romanos 5), es decir, solo hay inculpación cuando la norma tipifica la conducta del sujeto, pero Pablo también enseña que el pecado y la muerte reinó aun antes de la ley, es decir, que existían conductas moralmente reprochables por el Dios, y que fueron posteriormente reprochadas por la ley, o sea, tipificadas en normas. Por lo que las ocasiones en que se representa al pecado como una mancha o contaminación, está bajo el lenguaje retórico para simbolizar la culpa del hombre. Para conocer más sobre el pecado y el pecado original, te invito a ver el estudio titulado "La erronea idea del pecado original". Ahora, al haber esclarecido esto, ya podremos entender más facilmente el meollo del tema sobre la mortalidad de Adán.

Existen tres teorías o posturas respecto al estado de Adán en el Edén, una que sostiene que Adán era inmortal y que luego de la caida se convirtió en mortal, otra que afirma que Adán estaba en un estado indeterminado entre la inmortalidad y la mortalidad, es decir, que no era ninguna de ambas completamente, sino en un punto medio de neutralidad, y una tercera teoría que sostiene que Adán era mortal. Nosotros consideramos como la más correcta esta tercera teoría, el estado de Adán era de mortalidad desde que fue creado, sin embargo, eso no quiere decir que él moriría al pasar los años, sino más bien que su condición natural era mortal, y por lo tanto podía morir, pero la muerte estaba condicionada a sus actos. Ahora lo explicaremos con más detalles.

Mencionemos los aspectos principales. En primer lugar, en el principio el Creador formó al hombre de la tierra, es decir, dándole vida de materia terrestre; constituyéndolo como un ser biológicamente vivo, es decir, sometido a procesos biológico (Génesis 2: 7), este es el principal aspecto que debemos considerar, fuimos hechos de materia física, con cuerpos terrenales, no cuerpos celestiales, como los ángeles (1 Corintios 15: 40). Él nos formó del polvo de la tierra, y es por eso que nos dispuso de alimentos para comer y nutrirnos (Génesis 1: 29, 30), los cuales son únicamente útiles y asenciales para mantener la vida biológica, pues esa es la función de la alimentación, la nutrición corporal, y por ende, el abastecimiento de la energía necesaria para el funcionamiento de los sistemas biológicos internos del cuerpo. En segundo lugar, nos dió la habilidad de procrearnos (Génesis 1: 28)  al igual que los animales, es decir, nuestro cuerpo estaba sujeto al proceso de crecimiento biológico consistente con la necesidad de alimentos para mantener la vida y su desarrollo en la Tierra, todo esto se estableció desde el principio. Al parecer, desde el origen de la humanidad el Creador quiso formarnos con esta naturaleza, misma esencia biológica que poseemos ahora y caracteriza al ser humano hoy en el presente. Al parecer, cuando a Adán se le mandó a que no comiese del árbol del bien y del mal, él ya sabía el significado de la muerte para comprender el mandato dado por el Creador, recordemos que según el relato de Génesis, el huerto del Edén fue hecho después a la creación del hombre, del cual todo árbol podía comer a excepción de solo uno.

Posterior a la desobediencia del hombre, era necesario que se cumpliese lo dicho por el Creador, que Adán muera. Para cumplir esto, fue necesario apartar al hombre del recurso que le daba salud y resistencia física ilimitada, es decir, que perdiese el acceso al árbol de la vida, pues era este quien le permitía vivir ilimitadamente en óptima salud y permanecer así si continuaba consumiendo del fruto de este árbol. Cuando el Creador lo puso en el huerto, le permitió comer de todo árbol, incluyendo el árbol de la vida, con una sola excepción; comer del árbol del bien y del mal (Génesis 2: 16, 17). Luego de la desobediencia de Adán a la órden de su Creador, él quedó inevitablemente sujeto a la consecuencia de su desobediencia, es decir, a la muerte, por lo que el Creador tuvo que sacarlo del Edén restringiéndole el acceso al árbol de la vida para evitar que viviesen para siempre (Génesis 3: 22), ya que si el hombre seguía con acceso al árbol, él podía comer del fruto del arbol como normalmente lo hacía y vivir para siempre, y asi las palabras del Creador jamás se cumplirían. Una mención de esta característica sanadora del árbol de la vida se menciona en Apocalipsis 22: 2, donde se nos dice que su fruto es para sanidad. 

Esta caida en desobediencia de Adán, provocó que se perdiera el acceso al árbol de la vida, y así toda su descendencia nació sin tal privilegio, y por lo tanto, desde entonces la muerte reinó en la humanidad por su causa (Romanos 5: 12), sin la posibilidad de una vida continua con óptima salud. De esta manera, Adán y las siguientes generaciones, fueron experimentando la pérdida de la longevidad del cuerpo poco a poco y la muerte. Desde ese momento, el hombre está en un estado de separación con su Creador, a la espera de una futura reconciliación, la cual viene por Jesús, pues así por causa de Adán perdimos la comunión con el Dios, y estamos destinados a morir algún día, así también por Jesús somos reconciliados con el Creador, y por medio del cual también seremos resucitados un día (1 Corintios 15: 21). 











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